La botella de vidrio es el envase del vino por excelencia. La pureza, transparencia y la estabilidad química de este material lo convierte en el mejor envase posible para los vinos de calidad.
Existen muchas leyendas sobre el comienzo de la fabricación del vidrio. Lo que parece demostrado es que comenzó entre Mesopotamia y Egipto hacia el 1200 a.C.
Los primeros objetos que se hicieron fueron platos y vasijas, cuyas formas se conseguían presionando la pasta de vidrio sobre moldes.
En el 300 a.C., los fenicios descubrieron la técnica del soplado y comenzaron a fabricar envases de formas cerradas. Hicieron las primeras botellas pero las utilizaron para guardar perfumes.
Las primeras referencias que tenemos de la relación entre el vidrio y el vino provienen de Roma, del siglo III a.C. Como en aquella época el vidrio era un producto muy caro, no se usaba para hacer botellas, solo se utilizaba para fabricar vasos y jarras para las clases más altas.
Los romanos optimizaron la técnica del soplado de vidrio y fue aplicada a la fabricación de botellas, que se convirtieron en objetos más cotidianos y accesibles.
Los romanos fueron los primeros en teñir el vidrio con óxidos metálicos, consiguiendo vidrio de color.
Durante la Edad Media, la técnica más o menos se estancó hasta la llegada del Renacimiento, donde surgen grandes centros de producción de vidrio como Murano -en Venecia-, o Bohemia -en la República Checa-, pero el vidrio continuaba estando solo al alcance de unos pocos.
Las primeras botellas tenían forma de globo con cuello alto. Se las conocía como botellas cebolla “onion bottle”. Esta forma característica se debía a que era la más sencilla de realizar mediante la técnica del vidrio soplado.
En el siglo XVII, adquirió mucha relevancia la industria vidriera inglesa y así nació la que fue considerada como la primera botella de vino moderna, creada por Kenelm Digby en Inglaterra, en 1630.
Durante el siglo XVIII, el vino se transportaba en barriles y los comerciantes se encargaban de envasar las botellas en sus comercios. Esta práctica dio lugar a todo tipo de fraudes debido a la capacidad variable de las botellas artesanales. Es por ello que, con el paso del tiempo, cada cliente, tabernero o posadero que iba a comprar vino comenzó a llevar sus propias botellas con un nombre o marca propia, evitando así cualquier engaño.
En 1820, se patentó la primera máquina destinada a producir botellas en serie, un momento clave que marcó el paso de la botella artesanal a la botella industrial.
La irrupción en el mercado de envases de nuevos materiales, como el plástico el aluminio, no ha sido capaz de acabar con la supremacía total del vidrio en la conservación del vino.
El color del vidrio es un factor fundamental para la conservación del vino. Olvidándonos de cuestiones estéticas, el color del vidrio es importante a la hora de la conservación, ya que la luz directa puede incluso causar una acción reductora en el vino.
Si bien por motivos de marketing se han introducido otros colores en nuevas botellas, el verde es el color más común utilizado con cualquier tipo de vino. El ámbar tradicionalmente se ha asociado a vinos de calidad superior y el negro a vinos dulces y olorosos. Las botellas transparentes se han limitado a vinos blancos y rosados.
La forma de botella más extendida en España es la botella bordelesa, normalmente verde, que tiene un cuerpo cilíndrico más o menos alargado según los modelos. Los hombros tienen ángulos acentuados y el cuello comparado con otras botellas es corto. La botella bordelesa estándar mide 289 mm y pesa 360 gramos. Recibe su nombre de la región de Burdeos donde se le considera su envase tradicional.
La botella borgoña no está muy utilizada en España. Es fácilmente reconocible porque tiene una base amplia, normalmente similar a los hombros. Tiene el cuello largo. Es característica de la región de la Borgoña francesa y los colores más habituales son el verde, el marrón o transparente para algunos vinos blancos.
La botella renana (botella Rhin), es reconocible por su forma esbelta y sus hombros muy estrechos o inexistentes. Se suele utilizar para vinos blancos y rosados. Lo más habituales que estas botellas sean verdes o transparentes. Es típica de la región de Alsacia.
La botella champañesa es muy parecida a la borgoña, pero tiene el cuello más largo y el cuerpo más corto. El color habitual es el verde y se utiliza para elaborar y conservar los vinos espumosos.